Plan Director de Iruña-Veleia 2010-2020. INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA.

 
Plan Director de Iruña-Veleia 2010-2020. p-61


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INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA.

           Nuevas líneas de investigación.

              
               El  análisis realizado de los antecedentes del yacimiento nos lleva a la necesidad de plantear cuatro líneas de investigación que, grosso modo, coinciden con los cuatro periodos fundamentales en la ocupación del mismo:
 
La etapa prerromana.
La vía y la etapa imperial
La definición del oppidum
La etapa posromana.

Para ello se desarrollan cuatro capítulos, en los que participan diferentes especialistas, valorando las posibilidades y necesidades de cada una de las líneas propuestas. A partir de esto, propondremos más adelante los nuevos sectores de intervención.

 Adelantamos que no parece posible en un periodo de diez años desarrollar todas ellas con la misma intensidad, por lo que nos centraremos en las que responden a los dos periodos centrales. En lo concerniente a las etapas prerromana y posromana, creemos que todavía nos encontramos en un momento en el que no se pueden plantear     intervenciones de    importancia.   Se tratará de, -con    los   resultados de los datos que nos ofrezcan los nuevos sectores y algunas intervenciones de otro tipo, como la documentación de estructuras visibles en Arkiz para el periodo prerromano o la recopilación y estudio de la documentación en relación con la Encomienda de San Juan de Jerusalén para el periodo posromano-, contar con unas preguntas claras a las que responder y plantear, a más largo plazo, las intervenciones que nos ayuden a ello.




Etapa  prerromana  Sociedad prerromana y contacto con Roma


                                 1. Nuestro conocimiento de los pueblos prerromanos de la zona es muy deficiente, debido a la carencia de fuentes tanto directas como indirectas. La primera mención de la ciudad de Veleia y del pueblo de los caristios se debe a Plinio (III, 26),que vivió bajo Vespasiano (69-79 d.C.), el cual los denomina con una variante de nombre (Carietes), que aparecerá atestiguada minoritariamente en otros documentos epigráficos interesantes. De modo muy escueto, al narrar la organización provincial de Hispania, nos refiere que al convento cluniense los “carietes y venneses aportan cinco Civitates , entre las que están los velienses”, dando a entender que estos últimos, es decir, los habitantes de Velia (es una variante del nombre que más tarde se generalizará como Veleia) constituyen la ciudad más importante entre las cuatro caristias existentes. A pesar de tratarse de la mención más antigua, hay que señalar que en ese momento la zona lleva ya, como mínimo, un siglo bajo dominio efectivo romano. Si bien es verdad que la zona fue integrada en la administración romana comparativamente más tarde que otras regiones más meridionales del valle del Ebro, el hecho de pertenecer a Hispania le supuso el privilegio de contar desde el año 74 d. C. con el derecho latino, que otorgó Vespasiano  a   todos    los hombres libres de Hispania (según nos cuenta también el mismo Plinio). Lo que en muchas partes de Hispania esta concesión representa una culminación de un largo proceso de romanización efectiva, en esta zona supondrá un acicate para la romanización de las estructuras sociales. La segunda mención temporal en las fuentes nos lleva ya a pleno s. II d. C., en el momento más floreciente de la romanización en Hispania, cuando el geógrafo alejandrino Ptolomeo cita Ouéleia como una de las ciudades de los Karistoí , y nos aleja de los primeros momentos del contacto indígena-romano.   Son igualmente de gran interés dos menciones epigráficas a los carietes, procedentes de otros lugares del imperio.


              a) En primer lugar, una lápida procedente de Brescia (Galia Cisalpina) dedicada a un oficial de rango ecuestre que comandó la Cohors Carietum et Veniaesum , donde la denominación étnica (Carietum) nos remite directamente, por su forma, a la mención de Plinio. A diferencia de otras referencias epigráficas a unidades auxiliares, en esta inscripción es la propia cohorte la que dedica la inscripción a su antiguo comandante, que terminó su carrera civil en Brescia. Ello da a entender que en la primera mitad del s. I d. C. , época en la que se data el epígrafe por razones paleográficas y de organización de la carrera ecuestre, la unidad militar se hallaba acantonada en esta ciudad o en sus cercanías, dando pie a elucubrar sobre su participación en el sometimiento y control de las poblaciones alpinas bajo Augusto.







           b) en segundo lugar una dedicación honorífica a un notable romano (L. Elio Lamia) hecha por los Carietes V [(donde es sugerente suplir Venneses), hallada en Roma, en un lugar altamente significativo desde el punto de vista político: en el
Porticus ad Naciones. Este Elio Lamia debe ser identificado con toda probabilidad con el gobernador de la Citerior entre el 25/24 y el 22 a. C., de modo que nos encontramos ante un documento muy temprano que atestigua la sumisión de los Carietes respecto a Roma y las relaciones políticas de de-pendencia expresadas a través de la institución del patronato.

Estos testimonios prueban dos aspectos de mucho interés:

En primer lugar la existencia de una unidad militar romana, de carácter auxiliar, bautizada con el nombre étnico de los Carietes, al igual que otras similares que se crearon como la de los Várdulos, Cántabros, etc. Fueron instrumentos creados por el poder romano para:

 a) la obtención de fuerza militar, en concepto de tributación personal de los pueblos vencidos, y
 b) romanización de la población. El segundo texto nos lleva a las relaciones de dependencia y patronato de las poblaciones indígenas, organizadas políticamente, con personajes notables e influyentes de la política romana. Ambos son testimonios de los fenómenos de contacto entre las sociedades indígenas y la nueva estructura política, social y cultural romana.


                                  
                 2. Ni Veleia ni la zona alavesa han proporcionado hasta el momento ningún testimonio epigráfico indígena que nos permita saber a ciencia cierta sobre la adscripción  lingüística de estas gentes antes de su inclusión en el mundo latino. La zona está situada en los márgenes del área de la epigrafía prerromana, con testimonios claros en el valle del Duero y el valle del Ebro. Tenemos incluso por el oeste un testimonio a una latitud tan septentrional como Iruña (Veleia), como es Reinosa (Iuliobriga), que ha proporcionado una estela con un texto celtibérico ya en escritura latina. Por el este, en los últimos años se ha enriquecido nuestro conocimiento con la aparición de dos epígrafes indígenas en territorio vascón, como son la lámina broncínea de Aranguren (cerca de Pamplona) y el mosaico de  Andelo (Muruzábal de Andión,Na). El círculo queda cerrado en la parte meridional con otros testimonios, también aparecidos en tiempos relativamente recientes, como son las téseras de hospitalidad procedentes de La Custodia de Viana (Na), hacia el sureste, y la tésera en forma de pez hallada en Belorado (Bu), hacia el suroeste. (Para todas ellas, véase Untermann MLH IV).
Cada una de estas inscripciones plantea interesantes problemas lingüísticos y culturales, como son su adscripción a una lengua u otra (problema no resuelto ni materialmente hablando en el fragmentado bronce de Aranguren), empleo de diferente sistema de escritura (escritura indígena en La Custodia, Andelo y Belorado, y alfabeto latino en Iuliobriga), influencia del alfabetismo en la redacción del epígrafe de Belorado, empleo de diferente material de soporte y técnica de incisión (mosaico  Andelo, bronce de Aranguren), todo ello relacionado muy probablemente con actividad romana en la región.

Junto a estos escasos testimonios, contamos con la información más numerosa, aunque de carácter diferente, proporcionada por las monedas ‘ibéricas’, es decir acuñadas en escritura ibérica. Precisamente las monedas de las denominadas “cecas vasconas” plantean los problemas más agudos de localización, difusión, interpretación, etc. (Blázquez 2009). A este grupo, caracterizado por algunos rasgos formales comunes que describió Untermann en MLH I (A.36 a A.46, pp. 237-255), pertenece la famosa ceca que emitió moneda con leyenda barscunes, no localizada con seguridad, para la cual se han propuesto desde la más tradicional Pamplona hasta la más reciente Viana. Fue una ceca de amplia difusión, que por razones misteriosas dejó imitaciones tardías en ciertas monedas del pueblo belga de los Ambiani: IMONES. Al mismo grupo pertenecen también las monedas con leyendas arsaos, arsakoson, bentia(n), benkota (R. de la ceca de barskunes y de bentia), olkairun, ontikes, sesars, tirsos, unambaate. Ha habido muchos intentos de explicación, buscando apoyos tanto en el vasco antiguo, en el celtibérico y el ibérico, aunque el único rasgo verdaderamente claro de todo el conjunto es su dificultad para la clasificación. Últimamente, J. Velaza (Beltrán & Velaza2009) ha estudiado el conjunto desde el punto de vista paleográfico, llegando a plantear cuestiones muy interesantes acerca de la llegada de la escritura a la zona y su empleo por las elites de estas ciudades y cecas.
 
Este marco general nos permite pensar que Veleia , cuya importancia como núcleo en el periodo prerromano está fuera de toda duda, — no solo por los restos arqueológicos referidos al castro de Arkiz, sino también por esas referencias de los autores latinos y epígrafes citados —, pudo participar en época prerromana, o en los primeros decenios tras la conquista, del conocimiento de la escritura, ya fuera la ibérica o la latina, y poder utilizarla para la redacción de algunos textos en la lengua propia del lugar. Es un horizonte que queda abierto, al que solamente una excavación bien programada podrá dar la respuesta adecuada. Iruña constituye no solo un yacimiento de gran potencial arqueológico en términos generales, como se ha repetido muchas veces, sino un lugar excepcional para iluminar el trascendental periodo de transición entre el mundo prerromano e indígena  y el romano.
A diferencia del yacimiento romano de  Clunia , por ejemplo, — con la que coincide, por otro lado, en la afortunada circunstancia de mostrar todo su territorio urbano libre de edificaciones modernas — la antigua Veleia romana se levantó parcialmente sobre el área de la antigua ciudad indígena, de modo que proporciona inmejorables condiciones   para    estudiar    los   procesos de transformación,  f enómeno  que    no ocurre en Clunia . Otros emplazamientos antiguos, como Lara de los Infantes, p. ej., que ha dado una de las colecciones epigráficas latinas con onomástica   indígena máS importante del Norte de Burgos no tiene yacimiento arqueológico excavado, de modo que le lleva a decir al arqueólogo J. A. Abásolo (2007) en un estudio reciente sobre Augusta Nova (actual Lara) que “aún no conocemos cómo se produjo la transición a  la época romana” (p. 126)
La vertiente lingüística de esta “transición a la época romana” consiste en el empleo de la lengua latina para la redacción de todo tipo de epígrafes. Muchos de esto serán públicos, relacionados con los asuntos de la ciudad o con personajes importantes  de dentro o fuera de la comunidad (dedicaciones, tablas de patronato, etc.) y la gran mayoría privados. Conocemos la epigrafía latina de Iruña aparecida hasta el momento (gracias a las viejas ediciones de Baraibar, Fita, CIL, la más reciente de Elorza (1967)y otros, aunque no contemos todavía con una edición moderna de ellas), de la que se desprenden datos interesantes sobre la onomástica de los peregrinos en los primeros siglos imperiales. Pero no hay datos precisos ni estudios sobre los epígrafes no lapidarios, es decir, grafitos de tipología diferente incisos sobre  instrumentum domesticum. Este es un problema general de la recopilación epigráfica tradicional, que solamente en los últimos años va recibiendo la atención que se merece (como queda de manifiesto en el trabajo colectivo coordinado por Feugère, M. & Lambert, P.-Y., 2004).Los grafitos suelen aportar por regla general una visión sociológica de la lengua diferente a la que encontramos en los epígrafes oficiales o incluso privados lapidarios; son un medio más directo para conocer el uso de la escritura por parte de la población en general, el conocimiento del latín, el tipo de latín, las mezclas lingüísticas, etc. Que no suelen traspasar a la redacciones cuidadas de los epígrafes oficiales. Hasta hace pocos años, la epigrafía de la región solo contaba con los repertorios epigráficos de inscripciones sobre piedra. Ahora contamos con las recientes publicaciones de Unzu& Ozcáriz (2009) sobre los grafitos descubiertos en la Plaza del Castillo de Pamplona o la de Mª A. Mezquíriz (2006) sobre los grafitos hallados en las excavaciones de Cara. En este sentido también, Iruña-Veleia puede ser un yacimiento prometedor. Hay evidencias muy interesantes, aunque escasas, recogidas en la publicación de G. Nieto,entre las cuales destaco el grafito  ]one aut púdico , (mal leído por Nieto, al que he hallado paralelos precisos en otros grafitos hispanos, galos y germanos, Gorrochategui2009),       que                               
que      nos       lleva           a       una         fórmula     latina     de      increpación     contra     ladrones, o     el     grafito     de             

Pompeia Valentina (publicado por E. Gil) con una perfecta onomástica latina de civis  romana.Frente a la epigrafía lapidaria, la cual en su inmensa mayoría procede de descubrimientos en posición secundaria, es decir, en reutilización antigua o moderna, los grafitos por lo general proceden de estratos arqueológicos bien definidos, lo cual unido a la facilidad del propio soporte cerámico para la datación constituyen elementos epigráficos de primer orden para la fijación cronológica. Todo el material escrito, desde el más simple grafito hasta las inscripción pública más sustanciosa, es una fuente inestimable para el estudio de la transformación de la sociedad indígena en la romana: muchos de ellos dejan entrever los hábitos de denominación personal de los peregrinos y su acomodación al sistema latino. Es decir, la onomástica personal (con la adición a veces de la teonimia) representa un campo de estudio fructífero para adentrarse en la sociedad indígena (su estructura, su lengua) y estudiar su adaptación a la nueva situación política y cultural. Se trata de un aspecto particular de “llegar a ser romano” (Cooley 2002). Y al mismo tiempo se podrá comparar este proceso con el que se observa en los territorios adyacentes, celtibéricos o vascones, para ver las similitudes, las diferencias o los particularismos apreciables (p.ej. con la onomástica del valle del Duero, en Gorrochategui et al. 2007). Además, todo este apartado relacionado con la escritura y sus productos se observará desde una perspectiva que tenga en cuenta los estudios de literacy (a losque J. Velaza ya ha dedicado un trabajo, 2009) y las situaciones de bilingüismo en la antigüedad, para lo cual es inexcusable remitir al trabajo modélico de Adams (2003).3. Quedan evidentemente todos los aspectos materiales relacionados con la sociedad del periodo prerromano:a) establecimiento del poblamiento en el entorno geográfico, y las relaciones con otros enclaves dentro de la zona o región. Cuestiones de arqueología areal, arqueología del paisaje, comunicaciones entre esos lugares (p. ej. Vías que unirían Veleia con el castro de Peña de Oro al norte y con otros castros pertenecientes a los caristios) y con otras zonas colindantes (Llanada oriental de los várdulos, Rioja alavesa de los berones, etc.)b) modelo de hábitat: elementos defensivos (muralla, foso, etc.), organizació nurbana, calles, edificios públicos / privados; áreas comunes, etc. c) estructura de las viviendas; técnicas de construcción. d) restos materiales, cerámica, hierro, etc. y las inferencias de todo tipo que se obtiene de su estudio, como relaciones culturales con otras zonas, influencias, comercio, economía, jerarquización social,  etc