Dentro del Plan Director realizado en la etapa Núñez del yacimiento, nos encontramos en el apartado de investigación arqueológica con una parte, al menos, elaborada por Joaquín Gorrochategui que es digna de tener en consideración.
La vertiente lingüística de esta “transición a la época romana” consiste en el empleo de la lengua latina para la redacción de todo tipo de epígrafes. Muchos de esto serán públicos, relacionado s con los asuntos de la ciudad o con personajes importantes de dentro o fuera de la comunidad (dedicaciones, tablas de patronato, etc.) y la gran mayoría privados. Conocemos la epigrafía latina de Iruña aparecida hasta el momento (gracias a las viejas ediciones de Baraibar, Fita, CIL, la más reciente de Elorza (1967) y otros, aunque no contemos todavía con una edición moderna de ellas), de la que se desprenden datos interesantes sobre la onomástica de los peregrinos en los primeros siglos imperiales. Pero no hay datos precisos ni estudios sobre los epígrafes no lapida-rios, es decir, grafitos de tipología diferente incisos sobre instrumentum domesticum. Este es un problema general de la recopilación epigráfica tradicional, que solamente en los últimos años va recibiendo la atención que se merece (como queda de manifiesto en el trabajo colectivo coordinado por Feugère, M. & Lambert, P.-Y., 2004).
Los grafitos suelen aportar por regla general una visión sociológica de la lengua diferente a la que encontramos en los epígrafes oficiales o incluso privados lapidarios; son un medio más directo para conocer el uso de la escritura por parte de la población en general, el conocimiento del latín, el tipo de latín, las mezclas lingüísticas, etc. Que no suelen traspasar a las redacciones cuidadas de los epígrafes oficiales. Hasta hace pocos años, la epigrafía de la región solo contaba con los repertorios epigráficos de inscripciones sobre piedra. Ahora contamos con las recientes publicaciones de Unzu& Ozcáriz (2009) sobre los grafitos descubiertos en la Plaza del Castillo de Pamplona o la de Mª A. Mezquíriz (2006) sobre los grafitos hallados en las excavaciones de Cara. En este sentido también, Iruña-Veleia puede ser un yacimiento prometedor. Hay evidencias muy interesantes, aunque escasas, recogidas en la publicación de G. Nieto, entre las cuales destaco el grafito ]one aut púdico , (mal leído por Nieto, al que he hallado paralelos precisos en otros grafitos hispanos, galos y germanos, Gorrochategui 2009), que nos lleva a una fórmula latina de increpación contra ladrones, o el grafito de Pompeia Valentina (publicado por E. Gil)
con una perfecta onomástica latina de civis romana.
Frente a la epigrafía lapidaria, la cual en su inmensa mayoría procede de descubrimientos en posición secundaria, es decir, en reutilización antigua o moderna, los grafitos por lo general proceden de estratos arqueológicos bien definidos, lo cual unido a la facilidad del propio soporte cerámico para la datación constituyen elementos epigráficos de primer orden para la fijación cronológica.
Todo el material escrito, desde el más simple grafito hasta la inscripción pública más sustanciosa, es una fuente inestimable para el estudio de la transformación de la sociedad indígena en la romana: muchos de ellos dejan entrever los hábitos de denominación personal de los peregrinos y su acomodación al sistema latino. Es decir, la onomástica personal (con la adición a veces de la teonimia) representa un campo de estudio fructífero para adentrarse en la sociedad indígena (su estructura, su lengua) y estudiar su adaptación a la nueva situación política y cultural. Se trata de un aspecto particular de “llegar a ser romano” (Cooley 2002). Y al mismo tiempo se podrá comparar este proceso con el que se observa en los territorios adyacentes, celtibéricos o vascones, para ver las similitudes, las diferencias o los particularismos apreciables (p.ej. con la onomástica del valle del Duero, en Gorrochategui et al. 2007).
Además, todo este apartado relacionado con la escritura y sus productos se observará desde una perspectiva que tenga en cuenta los estudios de literacy (a los que J. Velaza ya ha dedicado un trabajo, 2009) y las situaciones de bilingüismo en la antigüedad, para lo cual es inexcusable remitir al trabajo modélico de Adams (2003).
Plan Director de Iruña-Veleia. Página 63.
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