Theo Vennemann / GARI GARAIALDE/ ARGAZKI PRESS |
Cómo se puede ver son varios los lingüistas
que son de esa opinión. Y Silgo nos da la prueba del algodón, cuando en su
conferencia hace una comparación en la onomástica Aquitana y el actual euskera
y tanto en las aspiraciones como en el léxico las diferencias y cambios en
estos 2.000 años son mínimos.
Cómo sabemos, uno de los
argumentos para decir o argumentar que las inscripciones en vasco antiguo
fuesen falsas es su “supuesta modernidad” o semejanza con el actual. Mientras que
eso no extraña, la semejanza, a otros lingüistas. Y la lista de Silgo es
demostrativa.
Eso es una observación importante. Por lo general los lingüístas tienden a imaginar que todas las lenguas cambian tan rápido como las más expansivas (indoeuropeo, afroasiático, sinítico) y no es necesariamente el caso, la verdad. Gran parte de esos cambios se producen por la misma creolización, al aprender los adultos a hablar la lengua lo hacen mal y simplifican mucho, sobre todo en la gramática. Eso se ve muy claro en la transición entre el latín clásico y el vulgar (que ya es una lengua criolla) o en el inglés, que es un criollo del germánico.
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